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?QUÉ ES CAPAZ DE HACERTE SENTIR LA ARQUITECTURA?

  • Foto del escritor: Cristhian Allaico
    Cristhian Allaico
  • 26 sept 2019
  • 3 Min. de lectura

Por: Cristhian Allaico

Universidad de Cuenca

Facultad de arquitectura y Urbanismo

Opción Conservación del Patrimonio


En una sola frase: es capaz de conmover. La buena arquitectura (que realmente debería llamarse sólo arquitectura) es capaz de encender el fuego del asombro y el deleite. Desde que nacemos la arquitectura (el mundo edificado) nos invade, es inherente a nuestra vida, es escenario y cobija nuestra vida. Por cualquier calle que transitemos, al levantar la vista la arquitectura nos abraza; y aún cuando nuestra mirada reposa en la superficie, sus sobras nos acompañan; sus siluetas nos estremecen con gran presencia, llena de misterios inefables, pertenecen al mundo de lo real pero activan el mundo de nuestro inconsciente. El mundo está lleno de edificios, con sus propias leyes, con sus propias formas, con su propio lenguaje, con sus aciertos y sus incertidumbres, es fruto de forma de entender el mundo. Algunos gritan, otros susurran y otros dialogan sosegadamente; es ahí cuando entendemos el carácter del edificio, su temperamento y el universo de sus particularidades.


Imagen 1. Arquitectura vernácula del austro ecuatoriano.

Fuente: Archivo personal, Cristhian Allaico.


La gente mira la arquitectura desde afuera, nuestras retinas experimenten fugaz e insuficientemente la imagen formal del edificio, la imagen ante el mundo; pero no basta con verlos, hay que vivirlos, hay que disfrutarlos por dentro. Si acaso humildemente queremos comprender el arte de construir hay que liberarnos de nuestros prejuicios, de conceptos establecidos, como infantes hay que ver con inocencia. Belleza, quizá en la arquitectura se manifiesta la concepción más pura de la belleza, supera las fronteras de la superficialidad hacia las órbitas de lo metafísico. En la arquitectura los sentidos se alborotan, se activan. Somos presos de nuestro cuerpo pero el alma se embelese flotando con absoluta libertad. No tiene límites, no conoce tiempo ni espacio, la realidad es una ilusión, lo físico y material se reduce a su condición tangible, mientras que lo espiritual domina el ser, trasciende, es una experiencia indecible.


La arquitectura tiene esa capacidad, esa capacidad que ennoblece al ser humando, eso que nos hace diferente al resto de seres vivos, nos hace conscientes de nuestra naturaleza. La arquitectura de verdad, es capaz de emocionar a un mendigo como a un rey, es capaz de exorbitar el espacio, capaz de enmudecer y sensibilizar al más gárrulo, capaz de llevarnos a un éxtasis sensorial, capaz de vislumbrar los sueños, de manejar con maestría la luz y la sombra, de saborear los colores, no conoce límites ni horizontes, es atemporal, es fantasía, un regocijo hecho realidad, es el genio del ser humano, la maravilla de la mente, lo intangible de lo tangible. Es la vida misma. La arquitectura no es algo vivo, pero es capaz de hacernos sentir vivos, es digna de llamarse sobrenatural, sin la arquitectura este mundo sería un yermo de fealdad.


Imagen 2. Casa Giraldi-Luis Barragán.

Fuente: Archivo personal, Cristhian Allaico.


Asombro, misterio, sortilegio, embrujo, serenidad, silencio, alegría, paz son algunas de las búsquedas que deberían gobernar el quehacer del arquitecto, no basta la siempre lógica para la construcción de una atmósfera especial. Cuando un arquitecto supera su profesión y se convierte en un artista (ve el mundo con sensibilidad), es capaz de ser un bardo y un sabio. Es capaz de crear una ofrenda a la arquitectura, a eso que con el paso del tiempo llamamos obra maestra, aquella que conmueve.

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